Había una vez en la era de los dinosaurios, una familia de Estegosaurios compuesta por mamá Estego, papá Estego y su pequeño hijo Esteguito. Los Estegosaurios eran conocidos por sus grandes y afiladas placas en la espalda, que los protegían de los peligros del mundo.
Un día, mientras la familia Estego se preparaba para salir a dar un paseo, Esteguito se mostró un poco desobediente y comenzó a correr por la pradera, ignorando las órdenes de sus padres de quedarse cerca de ellos.
Mamá y papá Estego se preocuparon por la seguridad de su hijo y le recordaron la importancia de obedecer a sus padres y seguir las reglas. Sin embargo, Esteguito no les hizo caso y continuó corriendo alegremente por la pradera, sin darse cuenta de los peligros que lo rodeaban.
De repente, un enorme Tiranosaurio Rex apareció y comenzó a perseguir a Esteguito. La pequeña criatura se asustó mucho y corrió tan rápido como pudo para tratar de escapar de su atacante. Pero sus padres, con sus grandes placas, lograron bloquear el camino del T-Rex y salvar a su hijo.
Esteguito, agradecido y arrepentido de haber desobedecido a sus padres, se dio cuenta de que ellos siempre querían lo mejor para él y que obedecer sus órdenes era importante para mantenerse seguro y protegido.
Desde ese día en adelante, Esteguito aprendió la lección de obedecer a sus padres y seguir las reglas. A partir de entonces, siempre se mantuvo cerca de ellos y les hizo caso, recordando la importancia de su seguridad y su bienestar.
Así, la familia Estego demostró que obedecer a los padres es una lección importante que los dinosaurios deben aprender para crecer sanos y seguros en un mundo lleno de peligros.