La increíble mordedura de las crías de Tiranosaurio rex
El Tiranosaurio rex es conocido por ser uno de los dinosaurios carnívoros más temibles. Con una masa corporal de entre 5 y 8 toneladas, alcanzaba los cuatro metros de altura y superaba los doce de longitud. Pero lo que lo hacía particularmente terrorífico era su mordida, la más poderosa de cuantos animales terrestres hayan existido jamás. El mordisco de un ejemplar adulto podía ejercer 35.000 newtons de fuerza.
Los jóvenes T. rex ya entrenaban su mandíbula de campeonato
Investigadores estadounidenses creen que los tiranosaurios más jóvenes ya ‘entrenaban’ sus increíbles mandíbulas . En un nuevo estudio publicado en la revista ‘PeerJ’, señalan que los individuos juveniles eran capaces de morder con la fuerza de una hiena o un cocodrilo actuales.
Nuevas estimaciones de la fuerza de mordida de las crias de Tiranosaurio
Los investigadores hicieron una réplica en metal de un diente en forma de cimitarra de un T. rex de 13 años de edad, lo montaron en un bastidor de ensayos mecánicos que se utiliza habitualmente en pruebas de ingeniería y trataron de romper el hueso de una vaca. De esta forma, determinaron que un juvenil podría haber ejercido hasta 5.641 newstons de fuerza, la sexta parte de un ejemplar adulto.
Las nuevas estimaciones son considerablemente superiores a otras realizadas anteriormente, lo que es importante para entender el ecosistema en el que vivían los dinosaurios, o cualquier animal extinto, qué depredadores eran lo suficientemente poderosos como para comer qué presa y con qué otros competían.
Crías de T. rex en una categoría de peso diferente
Si los T. rex juveniles «tienen hasta casi 6.000 newtons de fuerza de mordida, eso los coloca en una categoría de peso ligeramente diferente», señala Jack Tseng, profesor de biología en la Universidad de California Berkeley. «Al refinar realmente nuestras estimaciones, podemos ubicar a las crías de manera más sucinta en una parte de la red alimentaria y pensar en cómo pueden haber desempeñado el papel de un tipo de depredador diferente al de sus padres adultos más grandes», indica.
Los jóvenes T. rex fortalecen su mandíbula para triturar huesos
El estudio revela que los tiranosaurios juveniles, aunque todavía no pueden aplastar huesos como sus padres de 30 o 40 años, estaban desarrollando sus técnicas de mordida y fortaleciendo los músculos de la mandíbula para poder hacerlo una vez que les salieran los dientes adultos.
El experimento
Los experimentos que utilizan moldes de metal de dientes de dinosaurio para hacer coincidir las marcas de mordeduras observadas no son muy comunes, no porque las marcas de mordeduras en fósiles de dinosaurios sean raras, sino porque la identidad del mordedor rara vez está clara.
Sin embargo, dos fósiles de dinosaurios excavados años antes en la Formación Hell Creek en el este de Montana resultaron ideales para este experimento. Uno era el cráneo de una cría de T. rex, que tenía una marca de mordedura. «¿Qué, aparte de un T. rex, podría morder a otro T. rex y perforar su cráneo?», razonaron los investigadores. Los tiranosaurios, como los cocodrilos de hoy, jugaban duro y la herida probablemente se debió a una pelea por comida o territorio.
Además, los orificios de punción en el cráneo, que se habían curado, tenían el tamaño y la forma de los dientes de un T.rex juvenil, más parecidos a un cuchillo, presumiblemente para cortar y desgarrar la carne. Los dientes de los adultos se parecían más a postes, para aplastar huesos. Tanto los jóvenes como los adultos podían reemplazar los dientes perdidos o rotos por los repuestos enterrados en la mandíbula que se desplazaban hacia adelante y caían en su lugar en un proceso continuo.
A partir de estos fósiles y de otros conocidos, los investigadores realizaron simulaciones de las fuerzas de mordida de los T. rex en diferentes edades, utilizando moldes de metal de los dientes y una máquina de ensayo de tracción para medir la fuerza necesaria para romper un hueso. Los resultados indicaron que los tiranosaurios jóvenes ya tenían la fuerza suficiente para ser cazadores activos y competir por presas con otros depredadores de su tamaño.
En resumen, este estudio sugiere que los T. rex juveniles eran depredadores capaces y que estaban desarrollando sus técnicas de caza y fortaleciendo sus mandíbulas desde una edad temprana. Además, proporciona información valiosa sobre la estructura de la red alimentaria en la que vivían los dinosaurios, permitiendo a los científicos tener una mejor idea de cómo vivían, cazaban y se alimentaban estos animales prehistóricos.
